miércoles, 25 de noviembre de 2009

Manual de Democracia: Listas abiertas


Manual de Democracia: Listas abiertas

La Democracia, según se plantee, se puede convertir en el reflejo del pueblo o en una dictadura en la que cada cuatro años se cambia de caudillo. España tiene un sistema muy eficaz que ha conseguido meter en la cabeza de una amplia parte de sus habitantes que la Democracia es el sistema que rige nuestra vida política. Nada más alejado de la realidad.

La oligarquía partitocrática ha conseguido, con el apoyo de los medios de comunicación, que los españoles nos consideremos afortunados por haber desembocado tras 400 años de servidumbre en lo que ellos llaman Democracia. Quizá sea menester que todos hagamos un esfuerzo por replantearnos en que consiste esto.

La Democracia es el sistema en el que la voluntad del pueblo, es la que rige al mismo. Para esto se ideó el sistema de representación parlamentaria, donde por cierta cantidad de ciudadanos, una persona los representaría a todos ellos siguiendo un principio de afinidad política. De la misma forma, a nivel regional o municipal, otro representante cumpliría sus funciones en dicho ámbito territorial. Una aportación de la Ilustración, cuando las monarquías absolutistas comenzaron a caer en Europa dando paso a las primeras formas de Democracia, fue la creación de los partidos políticos. Estos agruparían a los representantes del pueblo en grupos que, a la hora de tomar decisiones, tuvieran mas fuerza en el Parlamento.

Hoy en día la sociedad se ha acostumbrado a esas uniones de representantes hasta el punto de que no somos nosotros, el pueblo, los que deciden quienes tomarán decisiones en nuestro nombre, sino los partidos políticos. Votamos a un partido u otro, agrupándonos en dos o tres ideologías unitarias sin tener en cuenta que son infinitas las combinaciones ideológicas a las que puede dar lugar una persona. Pero lo peor es que estos partidos confeccionan una lista de los representantes al Parlamento en función de sus intereses, y los ciudadanos nos vemos obligados a aceptarlos. Es decir, que no solo no sabemos cual es el diputado que nos representa, no lo conocemos, no sabemos como piensa sino que además las decisiones que tomará (y por consiguiente las votaciones a las que se verá sometido) no serán suyas sino del partido al que representa, aunque el personalmente se oponga.

España es una oligarquía en la que los grupos de poder que poseen el capital son aquellos a los que representan esos partidos. No les interesa a aquellos que se consideran guardianes de la democracia que elijamos a nuestros representantes porque el partido perdería poder, ganando así el pueblo. No es posible que la forma de pensar de una nación de 45 millones de habitantes tenga tan solo dos vertientes ideológicas cuando solo hace falta discutir con tres o cuatro amigos para darte cuenta que por muy parecida que sea la forma de pensar, siempre hay matices que nos diferencian.


Los pactos entre partidos de ideologías opuestas desaparecerían porque cada diputado votaría segun sus convicciones y no las de su partido.

Las listas cerradas que diseñan a su antojo los partidos no es Democracia. Países como Suiza, Luxemburgo o Finlandia tienen listas abiertas y los ciudadanos pueden decidir que persona los representan. Eligiendo a personas y no agrupaciones de las mismas, podemos controlar su discurso, la legalidad de sus acciones en la vida pública (eliminando la corrupción), conocerlos e incluso confiar en ellos, algo que hoy en día es imposible en la vida política española. Las listas abiertas son el primer y obligatorio paso para convertir a España en una autentica Democracia.


Gregorio Peralta